Antoine d’Agata: vida, obra y la imagen de un México angustiante

Cinzia Pecci, fotógrafa nacida en Italia y alumna de la Academia de Artes Visuales, reflexiona en este artículo sobre la relación entre la vida y la obra de Antoine d’Agata en el marco de su exposición “Codex. México 1986-2016″en el Centro de la Imagen.

Sobre Antoine d’Agata

Antoine d’Agata es un fotógrafoy director de cine nacido en Marsella en 1961. Hasta los 13 años quiso ser cura, pero pronto empezó a alejarse de este camino. Aún siendo adolescente abandonó los estudios, se dio al alcohol y otras drogas y por unos meses trabajó en un matadero, una experiencia que seguramente marcó su sentido de la corporeidad. Este aspecto se percibe muy bien en uno de sus trabajos llamado “Lilith”. En este libro documental, Antoine retrata su sórdida relación de amor con una joven de Camboya adicta a las metanfetaminas y prostituta desde los 12 años.

Crédito: Antoine d’Agata

.Codex: un México siniestro y angustiante

Codex es una narración visual de las experiencias vividas por d’Agata en México a lo largo de sus viajes intermitentes durante de treinta anos, 1986-2016. Se puede decir que Codex es como viaje privado, un retrato íntimo, una mirada personal y documental de las experiencias vitales vividas en este país de tradiciones intensas.

El Mexico de Codex es siniestro y angustiante, D’Agata nos enseña los límites del cuerpo, de la sangre, de la violencia y de la vida.

El libro está compuesto por seis capítulos presentados como diferentes ciclos vitales. Desde el primero La Mala Noche, hasta el último Los Ultimos Hombres, crece el desasosiego y la inquietud; el libro empieza con la mirada del autor como un explorador que retrata el país de manera general y distante, pero después crece su relación crece y se compleja a nivel visual y emocional.

La encuadernación de Codex permite trabajar cada capítulo con independencia e identidad propia, no sólo en la exquisita organización de los espacios para las imágenes si no además por el tipo de papel que se ha usado, distinto para cada capítulo.

D’Agata sitúa su mirada en aspectos distintos de la miseria social: desde lo emocional, sexual pero también en lo político. Para el artista francés, el arte no es una competencia o un espectáculo, sino un espacio en donde cada uno puede dar la vision que tiene del mundo. El arte solo se justifica como acto de supervivencia, no se trata de crear belleza y cosas bonitas, se trata de contar cosas que nadie quiere ver. No se trata de mirar el mundo de una forma bella sino de tomar posición a través de la cámara.

Para Antoine D’Agata no existe separación posible entre la fotografía y su experiencia vital; la fotografía se convierte en un documento de sí mismo: “mi fotografía es mi propia vida, antes de empezar a fotografiar, viajé durante doce años por el mundo, y cuando tomé la primera fotografía, mi vida ya estaba hecha” y continúa “La fotografía nunca fue un pretexto para vivir de una determinada manera, fue una herramienta para seguir, para vivir con más intensidad, a menudo con mucha más intensidad que sin fotografía. No es una imagen de mí, soy yo mismo.”

En 1990 Antoine D’Agata estudió en el Centro Internacional de Fotografia de Nueva York, bajo la tutela de Larry Clark y Nana Goldin. En ellos el fotógrafo francés encontró dos referentes muy importantes que caracterizaron su trabajo. En cuanto a técnica, admite que le da igual y que nunca piensa en estética y composición. Sus cámaras son las más simples y pequeñas, las películas son las mas corrientes. Dispara por instinto y prefiere la fotografía sencilla y directa.

Lo interesante de Antoine D’Agata es que no separa la fotografia de su vida, su fotografia desmonta el leitmotiv del reportage clásico que aspira a mostrar una realidad en su conjunto, haciendo del reportero un espectador. Para él se trata más de un acto personal, una experiencia que hay que vivir pues la fotografia es la forma de arte más directa que nos permite de comprometernos con lo real.

Crédito: Antoine d’Agata

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