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El Ángel. Un Film Noir Latino.

El Ángel es una película de Luis Ortega, que se estrena este verano. Aquí la reseña de Mario González Suárez.

Carlos es el hijo único de una familia convencional, de unos padres quizá un tanto anodinos pero decentes y nada violentos. Declara estar muy al tanto de su destino y de que todo el mundo lo tiene, de nada vale quejarse. Mi mamá no podía concebir hasta que un día un médico le dijo vaya y récele a Dios y provea al mundo lo que el mundo necesita, así que acá estoy, un enviado del Cielo, un espía de Dios, declara al arranque de la peli. 

En cada uno de sus actos interviene su energía sexual que, más que seducir, despierta en el otro esa misma energía. Es un ángel dionisiaco que me recuerda al visitante de Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968), que perturba a todos los miembros de una familia burguesa, pero aquí es natural, el personaje no está permeado por intenciones ideológicas ni trata de demostrar nada. 

Su primer acercamiento a Ramón, con quien iniciará su carrera delictiva, es con fuego. La suya no es la belleza viril sino divina, de quien ejerce su voluntad con su sola presencia, toma y hace lo que quiere porque de una forma incomprensible para todos es necesario. Una vez armado el equipo con Ramón y su padre y su madre, Carlitos les enseña que la verdadera libertad ha de ajustarse a la propia voluntad, si robas, disfrútalo, si matas, no lo lamentes, si vives, muere. 

Aunque suene anacrónico, El Ángel podríamos considerarlo un film noir latino.

Carlitos es exactamente ese personaje masculino que le faltó al film noir, que tiende a lo melodramático y solemne; Lorenzo Ferro no es Humphrey Bogart ni Alan Delón y algo tiene de femme fatale, pues es él quien bajo la hipnosis de sus besos arrastra a Ramón a la muerte. Film noir latino en el sentido de que está narrada desde el lado opuesto. Aquí no hay justicia, aquí hay destino. Ni los asesinos son malos ni los detectives son buenos. ¡Cuánto ha de oscurecerse un hombre para mostrar su luz! 

Con Carlitos no funciona la biografía psicologizante. Él es una fuerza de la naturaleza, su conducta en nada depende de Edipo alguno, castración o narcisismo. Carlos nació ya siendo lo que es, en él no hay proceso sino cumplimiento cabal e instantáneo de un destino. Para nada es neurótico sino el tipo más práctico y considerado, fluye de tal manera que a la gente de su entorno le ha hecho creer que él sólo es lindo. Aunque es la primera en sospecharlo, su madre es la última en creerlo. Ella lo entrega, como arrepentida de sí misma. 

Enorme película, con un desfachatado sentido del humor que hace disfrutables las infamias de los delincuentes, y una pista sonora que pone de buenas, son las canciones de la época de Palito Ortega y Leonardo Favio y Moondog y “No tengo edad para marte”. 

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