Beate Gütschow: interpretaciones de lo sublime.

Las expectativas de veracidad y fidelidad que tiene un espectador de fotografías se ven determinadas, subraya Philip Gefter en Photography after Frank, por el contexto en el que aparecen. Si una fotografía es publicada en un periódico es considerada como real, en contraposición, sí una fotografía tiene un carácter propagandístico y es publicada en un espectacular es considerada como ficticia; por lo tanto, si una fotografía documental es descubierta como construida o montada, su veracidad es puesta en duda. Sin embargo, estas expectativas, dilatando lo que subraya Gefter, no sólo se ven condicionadas por las plataformas y las pretensiones bajo las que cada fotografía es presentada. La fotografía, de manera intrínseca, acarrea desde sus inicios una pretensión hiperbólica de representar fiel y verdaderamente la realidad; respondiendo a la incapacidad de otros medios como la pintura o la escultura de hacerlo. No obstante, dicha pretensión a partir de los años ochenta, con el surgimiento de artistas visuales como Di Corcia y Jeff Wall, que siguieron una línea dentro de la fotografía construida, se ha quebrado o por lo menos se ha puesto en duda.3BeateGütschow (1970. Mainz, Alemania), heredera de dicha problemática, empezó a explorar en 1998 las posibilidades de la construcción de imágenes combinando y editando fotografías análogas a través de medios digitales. Estableció un estilo y punto de vista que pronto diferenció su trabajo de lo que estaba siendo producido en los terrenos de la fotografía. Desde sus inicios se manifestó como una artista visual que se erige en la libertad creativa que desde el quiebre le brindó la fotografía, al ser desencadenada del realismo absoluto que la condicionaba. La fotografía para Gütschow, se presenta como una manera de revolotear por encima de la realidad y la ficción, procurando un territorio intermedio: el de la metáfora, en donde la imagen es un constructo interpretativo de la realidad y no una representación de ella. En su trabajo presenta imágenes compuestas que dan muestra no tanto del mundo, sino de la apreciación que se tiene de él; no tanto de lo que se mira, sino del ojo con el que se le mira.

En 2004 en Nueva York (Danziger Projects, Chelsea), a los treinta y cuatro años, Gütschow presentó su primera serie fotográfica LS (1999-2003), en abreviación a landschaft (“paisajes” en Alemán), que consta de una colección de paisajes montados digitalmente, a través de un ensamble de elementos compositivos aislados (pasto, árboles, cielo). Todos los elementos fueron previamente capturados por ella en cuanto los hallaba en bosques, praderas y parques públicos alemanes para ser reconstruidos posteriormente en collages que aluden en forma y composición a la pintura romántica del siglo XVII y XVIII, en especial de pintores como Claude Lorrain y Jacob van Ruisdael. A través se su proceso, la alemana crea fotografías en las que los elementos individuales que las componen existen sólo de manera aislada, y que al conjugarse conforman paisajes idílicos que son inexistentes per se en la naturaleza, desafiando la evocación de la realidad dentro del medio fotográfico. “En mi trabajo ` ideal ´ significa no excluir la irregularidad, significa construir la realidad.” (Gütschow, 2004)1

Es dentro de esta línea que el trabajo fotográfico de Gütschow, a lo largo de una década ha ido evolucionando, permitiéndole explorar a través de otras dos series posteriores la laberíntica condición de la realidad. La artista entiende la fotografía como si fuera un lienzo en blanco con el cual puede trabajar y manipular. “Yo no trabajo las imágenes en mi cabeza. Yo trabajo con archivos electrónicos. Empiezo por esbozarlas en mi computadora. Primero las personas, luego los árboles. Quizás ponga dos árboles juntos y luego agregue el primer plano. En realidad es una construcción bastante rápida” (Gütschow, 2004).

De manera similar en S (2004 – 09), en abreviación a Stadt (“ciudad” en a alemán), segunda serie de Beate Gütschow, la artista crea una serie de construcciones a partir de múltiples compilaciones de fragmentos a blanco y negro. En cada composición sintetiza imágenes de diversas estructuras arquitectónicas, provenientes de distintos lugares geográficos para construir una simulación de la realidad, a manera del trompe-l’œil. De esta forma Gütschow compendia la desorientación de un espacio cosmopolita con una temporalidad confusa que nos aliena y nos introduce a un territorio que ya poco tiene de lo arcádico de su primera serie, y que por el contrario nos puede llegar a parecer post-apocalíptico, por su desterritorializada condición.4De esta y de otras maneras la fotógrafa alemana explora las leyes de verosimilitud, juega con la idea de “lo real”, nos involucra en un laberinto que nos confunde y nos hace ser conscientes de la delgada línea que divide la verdad de la ficción. A pesar de la congénita habilidad de la fotografía de registrar hechos, las imágenes de Gütschow nos instauran en un territorio reformado por nuevas leyes; un espacio visual en el que las herramientas de la ficción nos permiten acceder a él más fácilmente. La fotografía de  Gütschow más que ser la presentación de la mirada subjetiva u objetiva del artista, se convierte en la expresión personal de su imaginación e ideas. Las  obra de Beate Gütschow es  un documento de la percepción de la artista al entrar en contacto con lo sublime.

Por Joaquín León

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