¿Qué podría decir del fotógrafo el que haya más fotos de noche que de día? Que por alguna razón las fotografías tienen más tonalidades azules, cualquiera sea el contexto, o que haya más espaldas o siluetas que rostros de personas, más animales que personas, más edificios que parques. ¿Podría contarnos las fotografías de alguien su modo de vivir, o mejor dicho, su modo de ver?
¿Sería posible afirmar que las fotografías dejan todo, menos imagen? Más allá de las intenciones inmediatas del fotógrafo, podríamos encontrar un trasfondo social.
Existe una interiorización antes de realizar el proceso mecánico de tomar una fotografía. El deseo de fotografiar se envuelve de lo vivido, de condiciones sociales y sentimientos que se expresan a través de un click.
Aquella fotografía que dejaste arrumbada sin querer, mostrársela a nadie, seguramente se repitió unas cuantas veces más; traicionando tu inconsciente, la subjetividad haciendo que lo repitas.
Se trata de observar, analizar y encontrar los significados detrás de la búsqueda estética.
No se necesita ser un experto en cámaras para hacer una foto. Se ha vuelto tan accesible que cualquiera podría tomar fotos. El entorno se convierte en una infinidad de posibilidades por fotografiar. Todo lo que ves a tu alrededor mientras lees esto, podría ser “fotografiable”. A pesar, de todas las opciones sólo hay unas pocas (o una) que realmente te gustaría fijar.
“El artista –dice Nietzsche– elige sus sujetos: ésa es su manera de alabar.” No es por azar o por esa fantasía individual (como plantea Bourdieu) por lo que decides al momento de presionar y congelar. Dentro de todas las posibles composiciones en ese momento lo que realmente se revela es aquél detrás de la cámara.
¿Qué dicen de ti, tus fotografías?
Por Emma Morales.